Pocos días después del estreno de Phèdre en el Théâtre de l'Odéon de París, protagonizada por Isabelle Huppert en el papel principal, Krzysztof Warlikowski deleitará al público del otro lado de Francia el próximo martes y miércoles con un espectáculo considerado el evento teatral de la temporada. Con "Los franceses", el director polaco, figura clave del teatro europeo y asistente de Peter Brook, nos invita al corazón mismo de nuestra cultura con En busca del tiempo perdido de Marcel Proust. Es un verdadero reto embarcarse en una adaptación, por libre que sea, de esta hermosa obra que se ha convertido en un monumento de la literatura francesa. Artistas como Joseph Losey y Luchino Visconti han tenido dificultades con esta narrativa proustiana, que definitivamente no está hecha para el escenario.
Pero Krzysztof Warlikowski ha elegido un camino diferente: el de una reinterpretación personal de una obra que descubrió en su adolescencia. "Es un diálogo entre la obra de Marcel Proust y yo, la perspectiva de un extranjero sobre el autor francés más influyente de la historia de la literatura", explica. Una perspectiva de investigación que escapa a las convenciones culturales de un monumento nacional. "En Francia, no hablamos del Proust judío. El Proust homosexual, el Proust enfermo, al margen de la sociedad, permanece oculto". Todas estas son facetas de Proust en los albores de la Primera Guerra Mundial que resuenan con nuestra sociedad actual, entre el matrimonio igualitario y el éxito del Frente Nacional.
Una reinterpretación que da como resultado un espectáculo tan extraordinario como la obra de Proust, con más de cuatro horas y media de representación en polaco con sobretítulos, intercaladas con dos intermedios, y una maravillosa selección de actores en escena, como Agata Buzek, mencionada en la película de Anne Fontaine, Los Inocentes. ¡Razón de más para conseguir las pocas entradas que quedan para ambas funciones! Krzysztof Warlikowski nos concedió una entrevista.
¿Cuál es la perspectiva de un director polaco sobre la obra francesa de Proust?
Cuando leí a Proust en mi juventud, durante la era comunista, encontré en este texto sobre todo la descripción de un mundo no perdido, sino inaccesible, con su encanto inherente. Orianne [de Guermantes] me cautivó tanto como el narrador. Hoy, leo esta novela de forma diferente. Lo que me impacta sobre todo es su aspecto crítico, la sensibilidad de Proust ante los escándalos de la época, que por desgracia no son tan diferentes de los nuestros. El caso Dreyfus, que marca el inicio del antisemitismo moderno, constituye el inicio de la novela, una novela que terminará con la Gran Guerra. Proust fue uno de los escritores que construyó la imagen del fin del mundo. Comparó el París de su época con la ciudad de Pompeya, cuyos habitantes estaban sumidos en el diletantismo. Se enfrentó a su propia homosexualidad y a sus orígenes judíos. Desde este punto de vista, la nacionalidad del lector de Proust me resulta menos importante. Lo que más me interesa es su sensibilidad ante el escándalo de la vida social, ante la exclusión de diferentes grupos e individuos.
Losey y Visconti se desvivieron por Proust. ¿Había que ser un poco loco y haber trabajado con gente como Peter Brook para atreverse a demoler este monumento?
Adaptar En busca del tiempo perdido no es una locura, sino una actividad completamente inútil. La novela de Proust es un texto completamente independiente, un texto inadaptable. Al leerlo, encontramos en él nuestros propios caminos, que, además, evolucionan de una lectura a otra. Por eso no considero mi trabajo en este texto una adaptación, sino más bien una especie de instalación proustiana, o incluso mi propia instalación dentro de él. En cuanto a los proyectos cinematográficos no realizados, he leído algunos guiones de Visconti y lamento profundamente que no tuviera tiempo para hacer su película. Creo que habría ofrecido a la cultura imágenes inolvidables, casi icónicas, que habrían permitido a Proust funcionar en el imaginario colectivo.
¿Quiénes son "los franceses" que nos muestra?
Los franceses del título de la obra constituyen la pars pro toto de la Europa actual, que experimenta su melancolía. La melancolía es una especie de enfermedad, y la acedia resultante es la incapacidad de pensar críticamente. Las élites europeas están consumiendo los restos de su esplendor pasado. La Unión Europea, como proyecto intelectual, está fracasando, e incluso como proyecto económico, porque atraviesa una profunda crisis. Todos estamos tan fracasados como la humanidad en Proust. Mostramos las mismas características de la degeneración de la especie, por citar la afición de Proust por la botánica y la zoología. Tenemos la sensación de decadencia, del fin mismo.